Rubén Darío

  • A las doce de la noche por las puertas de la gloria
    Y el fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
    Sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla...

  • Y dijo la paloma:
    Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
    En el árbol en flor, junto a la poma
    Llena de miel, junto al retoño suave
    Y húmedo por las gotas de rocío,
    Tengo mi hogar. Y vuelo
    Con mis anhelos de ave,
    Del amado árbol mío
    Hasta el bosque...

  • Y dijo la paloma:
    Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
    En el árbol en flor, junto a la poma
    Llena de miel, junto al retoño suave
    Y húmedo por las gotas de rocío,
    Tengo mi hogar. Y vuelo
    Con mis anhelos de ave,
    Del amado árbol mío
    Hasta el bosque...

  • Rosas rosadas y blancas, ramas verdes,
    corolas frescas y frescos
    ramos, Alegría!
    Nidos en los tibios árboles,
    huevos en los tibios nidos,
    dulzura, Alegría!
    El beso de esa muchacha
    rubia, y el de esa morena,
    y el de esa negra, Alegría!
    Y el...

  • Eva era rubia? No. Con negros ojos
    Vio la manzana del jardín: con labios
    Rojos probó su miel; con labios rojos...

  • Puso el poeta en sus versos
    todas las perlas del mar,
    todo el oro de las minas,
    todo el marfil oriental;
    los diamantes de Golconda,
    los tesoros de Bagdad,
    los joyeles y preseas
    de los cofres de un Nabad.
    Pero como no tenía
    por hacer versos ni...

  • Bota, bota, bella niña,
    ese precioso collar
    en que brillan los diamantes
    como el líquido cristal
    de las perlas del rocío
    matinal.
    Del bolsillo de aquel sátiro
    salió el oro y salió el mal.
    Bota, bota esa serpiente
    que te quiere estrangular...

  • En el kiosco bien oliente
    besé tanto a mi odalisca
    en los ojos, en la frente,
    y en la boca y las mejillas,
    que los besos que le he dado
    devolverme no podría
    ni con todos los que guarda
    la avarienta de la niña
    en el fino y bello estuche
    de su...

  • Pues tu cólera estalla,
    justo es que ordenes hoy ¡oh Padre Eterno!
    una edición de lujo del infierno
    digna del guante y frac de la canalla.

  • ¿Cómo decía usted, amigo mío?
    ¿Que el amor es un río? No es extraño.
    Es ciertamente un río
    que uniéndose al confluente del desvío,
    va a perderse en el mar del desengaño.