Medardo Ángel Silva

  • Él empieza donde acaban
    Espacio y Tiempo: su faz
    ve lo que es y lo que ha sido
    y lo que siempre será.

    La luz que hace su palabra
    ningún viento apagará.
    La mar le llama su brida
    y su rienda el huracán.

    Él solo, fuera del círculo
    de todo...

  • A Jacinto Benavente

    El lento son de la garúa,
    en la calle del arrabal,
    en mi corazón acentúa
    la dolencia sentimental.

    Simula, con su intermitente
    lagrimeo, la lluvia clara,
    la voz de algún...

  • Al verte, sin pensar, se dice ¡Ave María...!
    Y pues es tuyo el reino de la estrella y la rosa
    y está en tu corazón la sacra Poesía
    por gracia de una antigua virtud maravillosa;

    que suenen tiorbas y arpas; y Psalmo y Letanía
    se digan en tu elogio; que la lira y la...

  • Está en el bosque, sonrosada,
    la luna de la madrugada.

    El negro bosque rememora
    lo que miró desde la aurora:

    Se recuerda, temblando, una hoja
    del lobo y Caperuzita Roja;
    del aúreo son del olifante
    del Rey de barbas de diamante
    habla la eufónica...

  • Cuando retornas, divina Primavera,
    solloza el alma presa en su dolor cobarde...
    Y una voz fresca y pura dice en mi oído: ¡Espera!
    Y una voz melancólica grita en mi pecho: ¡Es tarde!...

    En piélagos de duda boga mi pensamiento.
    ¿Y qué hallaré —suspira— tras la dura...

  • Rugió el lascivo mar a la manera
    de un sátiro de barbas temblorosas,
    al poner tu presencia en la ribera
    su gracia peculiar sobre las cosas.

    Joyas raras y sedas olorosas
    prestigiaban tu dulce primavera
    y al deshojarse tus palabras era
    cual si estuvieran...

  •     Marcha la luna trágica entre nubes de gasa...
    sin que nadie las toque se han cerrado las puertas...
    El miedo, como un lobo, pasea por la casa...
    se pronuncian los nombres de personas ya muertas...

        El abuelo las lámparas, por vez octava, prende...
    se...

  • Tú —cuyo amor ha sido como un lecho de plumas
    para mi corazón, en las difuntas horas
    o como un sol de invierno que ha dorado mis brumas—
    ángel anunciador de las nuevas auroras,

    mientras la lluvia pone su vaho en las vidrieras,
    hablemos en voz baja de los muertos...

  • Está Lisete, la Infantina,
    cerca del mar,
    escuchando la sonatina
    crepuscular.

    Y una azafata dice: Dueña
    te contaré
    una leyenda, alba risueña,
    que yo me sé.

    Responde la niña con leve,
    dulce mohín,
    y ya impaciente mueve el breve,
    ...

  • Eres como esos paisajes
    en donde la Luna enreda,
    sobre los quietos ramajes,
    su blanco vellón de seda.

    Tu amor, que me da la vida,
    tiene la gracia discreta
    de una lágrima escondida
    en un cáliz de violeta.

    Por exceso de pasión,
    después de que...