José Joaquín de Olmedo

  • Visitome el amor esta noche
    con un dulce, gratísimo sueño:
    yo soñé que a mi angélico dueño
    de este modo empezábale a hablar:
    -Saber puedes las veces que te amo
    si las luces contares del cielo,
    y las hojas que cubren el suelo,
    y las olas que baten la mar...

  • ¿Ves cuál se precipita en ígneo sulco,
    de la ominosa nube desprendido
    , el rayo asolador, de ronco trueno
    y luz deslumbradora precedido;
    y de las enriscadas, desiguales
    sierras derroca las enormes masas
    de portentosa, horrible pesadumbre,
    que desraigando...

  • Señor, tu nombre santo
    celebra la voz mía
    en armonioso canto,
    cuando brilla la luz del nuevo día.

    Tú mandaste a tu sol que disipara
    las sombras de la noche, y obediente
    por la inflamada esfera
    emprende su magnífica carrera.

    Vida, belleza, acción...

  • A mi hermana Magdalena

    ¡Qué dignos son de risa
    esos hombres soberbios,
    que piensan perpetuarse
    pintándose en los lienzos!
    De blasones ilustres
    sus cuadros están llenos,
    de insignias y de libros
    y pomposos letreros.
    De este modo ellos...

  • ¿Dime de dónde vienes?,
    dímelo por tu vida,
    ¿dónde vas?, ¿de quién eres,
    amable palomita?

    -El amoroso Olmedo
    a su Nise me envía,
    a la graciosa Nise,
    su amor y su delicia.
    Yo antes era de Venus,
    y de las más queridas,
    yo su carro tiraba...

  • Admite, oh Dios, oh Padre,
    los votos y las gracias
    que mi labio te ofrece
    cuando el sol, que es tu imagen, se obscurece.

    ¡Oh, cuántos beneficios
    tu diestra ha derramado
    mientras tu hermoso día
    por el alto cenit resplandecía!

    Con tu luz,...

  • Dedicado al amable cazador, mi amigo J. R. O.

    Ven, hermosa Diana,
    y da al cazador,
    que tus leyes sigue,
    tu gracia y favor.

    Ven que tú en los campos
    fuiste la primera
    que agitó las fieras
    y las tiernas aves,
    que cantan suaves
    ...

  • Ven Himeneo, ven Himeneo.

    Un feliz joven
    ya dobla el cuello
    al dulce yugo
    de un amor tierno;
    ya en sus altares
    quema el incienso,
    y ardientemente
    clamar le veo:
    Ven Himeneo, ven Himeneo.

    Todos se rinden
    hoy a tu imperio,
    y...

  • ¿Y eres tú Dios? ¿A quién podré quejarme?
    inebriado en tu gloria y poderío.
    ¡ver el dolor que me devora impío
    y la mirada de piedad negarme!

    Manda alzar otra vez por consolarme
    la grave losa del sepulcro frío,
    y restituye, oh Dios, al seno mío...

  • Señor, Señor, el pueblo que te adora,
    bajo el peso oprimido
    de tu cólera santa, gime y llora.
    Ya no hay más resistir: la débil caña
    que fácil va y se mece
    cuando sus alas bate el manso viento,
    se sacude, se quiebra, desparece
    al recio soplo de huracán...